ARQUITECTURA
A partir de 1630, comienzan a proliferar las plantas elípticas y ovaladas de menores dimensiones, lo que pronto se convertiría en uno de los rasgos arquitectónicos típicos del barroco. Son las iglesias de Bernini y Borromini, en las que las formas redondeadas reemplazaron a las anguladas, y los muros parecen curvarse de adentro hacia afuera y viceversa, en sucesión cóncava y convexa, dotando al conjunto de un fuerte dinamismo.
Con respecto a la arquitectura palaciega, el palacio barroco se halla organizado en tres plantas y en lugar de concentrarse en un sólo bloque cúbico, como el renacentista, parece extenderse ilimitadamente, en varias alas, sobre el paisaje, en una repetición interminable de columnas y ventanas. El más emblemático es el Palacio de Versalles, del arquitecto francés Mansart.
EN ITALIA
Gian Lorenzo Bernini
Baldaquino de San Pedro del Vaticano
Francesco Borromini
Oratorio de los Filipenses en Roma
EN ESPAÑA
En la arquitectura barroca española se observa una mezcla de ornamentación y sobriedad, alternándose en un mismo edificio tramos muy barrocos, de abundante y complicada decoración, con otros paramentos completamente lisos, en los que sobresale la claridad de los esquemas constructivos. Además, la arquitectura barroca española se caracteriza por no modificar substancialmente las plantas ni los muros, al contrario de lo visto en Italia, y por la utilización de materiales pobres, salvo en algunas fachadas donde sí se utiliza la piedra.
ESCULTURA
Bernini fue al Barroco lo que Miguel Ángel al Renacimiento, tanto su arquitectura como su escultura son las obras más acabadas del arte romano del “seiscientos”; las esculturas más representativas de este estilo y las que inauguraron el ciclo fueron las de Bernini, arquitecto y escultor casi exclusivo del Vaticano, del papa Urbano VIII, siendo su influencia enorme a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Sus obras escultóricas se caracterizan por un profundo naturalismo, por la búsqueda de calidades texturales, casi pictóricas, tanto en pieles como en vestidos u otros elementos, por emplear escenografías barrocas en sus composiciones, donde es protagonista el movimiento, los gestos son siempre exaltados y las actitudes teatrales.
El rapto de Proserpina
EN ESPAÑA
La escultura barroca es una de las manifestaciones más genuinas de nuestro arte, de temática casi exclusivamente religiosa, sillerías, retablos, imágenes sueltas de iconografía repetida mil veces, pasos procesionales de Semana Santa, para cuya realización se emplea principalmente la madera policromada, a la que incluso se añaden postizos.
Características: el dinamismo, las figuras en escorzo, las diagonales y la abertura hacia afuera en las líneas compositivas, la abundancia de plegados en los vestidos y las preocupaciones lumínicas; y entre las características meramente españolas el fuerte realismo y la extremada expresividad de las figuras humanas.
Cristo yacente
PINTURA
CARACTERÍSTICAS
Las obras pictóricas barrocas, liberadas de la geometría de los cuadros del renacimiento, se caracterizaron por la composición radial, en la que personajes y objetos parecían salir disparados desde el punto central hacia las diagonales, que se cruzan indefinidamente en planos diferentes, creando la sensación de que los personajes se escaparán del cuadro.
Las formas son voluptuosas y exageradas y las figuras cobran expresividad y, envueltas en mórbidas telas, se abrazan las unas a las otras en actitudes patéticas y dramáticas, a veces, incluso imposibles.
Se busca representar la realidad mediante un acentuado naturalismo, recurriendo para ello incluso a lo feo o viejo.
El color se convierte en el principal protagonista de la pintura, dejando definitivamente al dibujo en un segundo plano. Los contornos se esfuman en rápidas pinceladas.
Hegemonía de la luz en las composiciones, creándose el espacio mediante el extremo contraste del claroscuro, el tenebrismo.
El dominio de la tercera dimensión, del volumen y la profundidad, es absoluto.
Durante el Barroco la técnica protagonista es la pintura al óleo sobre lienzo.
Pero también fue de una importancia capital el desarrollo de la pintura decorativa al fresco, con la que se cubría gran monumentalidad y grandiosidad la arquitectura, principalmente las bóvedas.
Los temas favoritos deben buscarse en la Biblia o en la mitología grecorromana; también es el momento de esplendor del retrato; además se desarrollan otros temas nuevos, como el paisaje, ahora como género completamente independiente, las marinas, los bodegones y naturalezas muertas.
Es la época del hedonismo de Rubens, con sus cuadros alegóricos de mujeres regordetas luchando entre robustos guerreros desnudos y expresivas fieras, de los excelsos retratos de Velázquez, del realismo y el naturalismo absoluto de Caravaggio y de Murillo, del dramatismo de Rembrandt, etc. El Barroco, en suma, dio grandes maestros, que si bien trabajaron según distintas fórmulas y a la búsqueda de diferentes efectos, coincidieron en un punto: liberarse de la simetría y las composiciones geométricas precedentas, en favor de la expresividad y el movimiento.
EN ESPAÑA
En la pintura barroca española es fundamental la influencia de la pintura italiana, principalmente del tenebrismo de Caravaggio, que estuvo presente en gran parte de los pintores españoles, como Ribera y Velázquez.
Una de las características principales de la pintura española barroca es su gran naturalismo, su realismo, el deseo de mostrar lo más fielmente posible la realidad.
También destaca la sencillez y equilibrio en las composiciones y las formas, no hay movimiento violento ni impetuoso como ocurre en las obras italianas, prefiriéndose organizar el tema en el cuadro a partir de líneas diagonales y escorzos.
El dibujo cede terrero a la utilización más natural del color.
También existe una mayor preocupación del artista por la profundidad, culminando con el pleno dominio de la perspectiva aérea.
La luz, se concibe como un elemento que organiza los ambientes donde se desenvuelven las figuras, contribuyendo además a crear atmósferas que transmiten la realidad de los temas.
Predominan los temas religiosos: santos, martirios,
Inmaculadas; entre los temas profanos sobresalen los mitológicos, por clara influencia de Rubens, los bodegones, las escenas de género, los retratos, los desnudos y los paisajes.
A finales del s. XVII la capacidad pictórica nacional da muestras de agotamiento y empieza la intromisión de cuadros y artistas extranjeros, que culminará con el cambio de dinastía. En el s.
XVIII se observa un cambio en el desarrollo de las características pictóricas:
Adquieren mayor importancia los temas profanos y el tratamiento menos dramático de los temas religiosos, circunstancia que contrasta con el realismo cruento de la primera etapa.
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