La arquitectura carolingia no constituye un estilo determinado sino un renacimiento o restauración de la arquitectura, al igual que otras artes, debida al empeño de Carlomagno por el fomento de la cultura cristiana.
Reunió a este fin arquitectos y sabios de todas clases, Llamó a artistas de Rávena, de donde sacó también columnas y mármoles que, junto con despojos de otras construcciones del imperio, utilizó para sus obras.
El Palacio de Aquisgrán era todo un conjunto de edificaciones de tipo residencial, político y religioso, que fue erigido por el emperador Carlomagno como centro del poder carolingio. El palacio en cuestión se hallaba ubicado en la actual ciudad de Aquisgrán, en el oeste de Alemania.
Quien diseñó los planos del Palacio fue Eudes de Metz, inscribiendo la obra dentro del programa de renovación política del reino, anhelada y estimulada por el propio emperador Carlomagno.
La mayor parte del Palacio quedó destruido a lo largo de los siglos, pero todavía subsiste la capilla palatina, que está considerada como uno de los tesoros de la arquitectura carolingia, así como un característico ejemplo de la arquitectura típica del llamado Renacimiento carolingio.
Iglesia de San Miguel de Fulda.
La iglesia de San Miguel de Fulda (Alemania), construida también bajo el imperio de Carlomagno, es un edificio rotondo y en él y en Germigny-des-Prés (Loiret) de planta cuadrada, con un ábside en herradura en cada uno de sus tres lados con su cúpula y sus arcos también en herradura, se manifiesta evidente el predomnio de la idea bizantina e incluso la huella del arte visigodo. Sin embargo, en otros lugares del imperio, y más todavía en Italia, se construyeron bajo la protección imperial basílicas de estilo latino.
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